La historia de Potosí, Bolivia

Bolivia: Informa: La historia de Potosí

La historia inicial de la ciudad es una mezcla intrincada de hechos fantásticos con verídicos, por lo que es difícil distinguir la historia de la leyenda. Se dice que las vetas de plata fueron descubiertas de forma casual, una noche del año 1545, por un pastor quechua llamado Diego Huallpa, que se perdió mientras regresaba con su rebaño de llamas. Decidió acampar al pie del Cerro Rico y encendió una gran fogata para abrigarse del frío. Cuando despertó por la mañana, se encontró con que, entre las brasas humeantes de la fogata, brillaban hilillos de plata, fundidos y derretidos por el calor del fuego. El cerro, aparentemente, era tan rico en vetas de plata que la misma se encontraba a flor de tierra. El 1 de abril de 1545, un grupo de españoles encabezados por el capitán Juan de Villarroel tomaron posesión del Cerro Rico, tras confirmar el hallazgo del pastor, e inmediatamente establecieron un poblado.

Según otra versión, los Incas ya conocían la existencia de plata en el cerro, pero cuando el emperador inca intentó comenzar a explotación del cerro, éste lo expulsó mediante una estruendosa explosión (de donde deriva el nombre del lugar, "¡P'utuqsi!"), prohibiéndole el extraer la plata, que estaba reservada "para los que vinieran después". Los historiadores ven en esta variante una deliberada influencia de los españoles en la leyenda, para legitimar sus labores en el cerro.

Lo cierto es que para 1570, tan sólo veinticinco años después de su nacimiento, su población ya era de 50.000 habitantes. Inicialmente se constituyó como un asiento minero dependiente de la ciudad de La Plata (hoy Sucre) pero, tras una larga lucha por conseguir su autonomía, adquirió el rango de ciudad el 21 de noviembre de 1561 mediante una capitulación expedida por el entonces Virrey del Perú Diego López de Zúñiga y Velasco, conde de Nieva.

Mediante esa capitulación, la ciudad recibió el nombre de Villa Imperial de Potosí y adquirió el derecho a elegir a sus autoridades. La inmensa riqueza del Cerro Rico y la intensa explotación a la que lo sometieron los españoles hicieron que la ciudad creciera de manera asombrosa. En 1625 tenía ya una población de 160.000 habitantes, por encima de Sevilla y mayor aún que París o Londres. Su riqueza fue tan grande que en su monumental obra "Don Quijote de la Mancha" Miguel de Cervantes acuñó el dicho español vale un Potosí, que significa que algo vale una fortuna.

Los españoles que vivían en la ciudad disfrutaban de un lujo increíble. A comienzos del siglo XVII Potosí ya contaba con treinta y seis iglesias espléndidamente ornamentadas, otras tantas casas de juego y catorce escuelas de baile. Habían salones de bailes, teatros y tablados para las fiestas que lucian riquísimos tapices, cortinajes, blasones y obras de orfebrería. De los balcones de las casas colgaban damascos coloridos y lamas de oro y plata.

En 1579 ya había en Potosí ochocientos tahúres profesionales y ciento veinte prostitutas célebres, a cuyos resplandecientes salones concurrían los mineros ricos. En 1608 se festejaba las fiestas del santísimo sacramento con seis días de comedias y seis noches de máscaras, ocho días de toro y tres de saraos, dos de torneos y otros de fiesta. De plata eran los altares de las iglesias y las alas de los querubines en las procesiones. En las casas de los mineros más potentados circulaban todo tipo de perfumes, joyas, porcelanas y objetos suntuosos, y se dice que hasta las herraduras de los caballos eran de plata.

Pero la población indígena, en tanto, sufría una explotación infrahumana. Decenas de miles de indígenas fueron sometidos a la mita, un sistema de esclavitud que ya era habitual en el período incaico, pero cuyo uso intensificaron los españoles, y creció aún más a instancias del virrey Francisco de Toledo, ante la falta de mano de obra para la minería. A los mitayos (como se llamaba a los indios sometidos a la mita) se les hacía trabajar hasta 16 horas diarias, cavando túneles, extrayendo el metal manualmente o a pico, etc. Eran muy frecuentes los derrumbes y otros accidentes, que ocasionaban la muerte de cientos de trabajadores. Las rebeliones eran ahogadas a sangre y fuego. Es probable que hasta 15.000 indígenas hayan muerto en la explotación de la plata, entre 1545 y 1625.

Con el agotamiento de trabajadores indígenas, colonizadores pidieron al rey permiso para importar desde 1500 a 2000 esclavos africanos por año. Recibieron permiso, y durante el periodo colonial se importaron aproximadamente 30,000 esclavos para trabajar en las minas de la ciudad. Los esclavos también fueron usados como acémilas humanos, era más barato reemplazar un esclavo que un burro.

La producción de plata llegó a su punto máximo alrededor del año 1650, momento en el cual las vetas empezaron a agotarse, y Potosí entró en un camino cuesta abajo del que no pudo recuperarse jamás. En 1719, una epidemia de tifoidea mató a cerca de 22.000 personas, y otras tantas abandonaron la ciudad. Para 1750 la población se redujo a 70.000 habitanes. Treinta años después, cayó a 35.000 habitantes. Desde 1776 Potosí, como todo el Alto Perú (la actual Bolivia), pasó a formar parte del Virreinato del Río de la Plata, por lo que la plata dejó de embarcarse a España por el puerto de Arica y empezó a embarcarse por el de Buenos Aires, a 55 días a caballo de distancia. Al estallar el movimiento de independencia, la población había descendido a tan sólo 8.000 habitantes.

Lo que salvó a Potosí de convertirse en un pueblo fantasma fue la producción de estaño, un metal al que lo españoles nunca le dieron importancia. La explotación se inició durante la primera mitad del siglo XIX. Pero a principios del siglo XX, la sobre-producción hizo que los precios internacionales cayeran, por lo que Potosí volvió a hundirse en la pobreza.

En la actualidad, las iglesias de estilo barroco y las elegantes mansiones, hoy convertidas en museos, se mantienen como un vivo recuerdo de la época española.

Vía: Wikipedia

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